lunes, 3 de junio de 2013

JUSTICIABILIDAD DE LOS DERECHOS SOCIALES EN GUATEMALA




Lic. Noé Nehemías Rivera Vásquez
Abogado y Notario 
Maestrando en Derecho Constitucional
Universidad de San Carlos de Guatemala

Atendiendo a la época de su reconocimiento y la ideología dominante, los Derechos Humanos han sido nominados y clasificados por la doctrina científica en orden de su aparecimiento: Derechos Humanos de Primera Generación, de Segunda Generación, de Tercera Generación y de Cuarta Generación. El proceso ha sido evolutivo en la medida que el poder estatal ha cedido espacios y la lucha de clases han conquistado mejores condiciones de vida para los pueblos. Sin embargo, el proceso no ha sido fácil, y la batalla continúa, ya no enfocada en el reconocimiento, positivación o especificación de estos derechos, sino hacia la justiciabilidad de los mismos, es decir, la lucha por que sean efectivos, por que se cumplan, que transformen la dimensión fáctica del derecho y se dejen sentir los valores jurídicos que pretenden realizar dentro de la sociedad.

Como primera arista de los Derechos Humanos, encontramos los derechos individuales, también llamados de primera generación o civiles y políticos, los cuales surgieron como antítesis que provocó  el cambio del sistema feudal y su gobierno monárquico, omnímodo y totalitario, nutrido por el dominio ideológico de la Iglesia. Los derechos individuales pues, surgen como reclamación de la burguesía emergente y su liberalismo económico con su emblema dejar hacer, dejar pasar. En la actualidad como en otrora, el nuevo liberalismo (neoliberalismo), trata de seguir sosteniendo los mismos postulados, pero tratando sutilmente de borrar o esconder las falencias del sistema capitalista liberal. Sin embargo, la historia no nos dejará mentir, con relación a que el sistema individualista del liberalismo económico y hoy neoliberalismo, es el causante de las grandes injusticias sociales de la miseria que la humanidad y de todos los males que aquejan los Estados desde tiempos añejos.

Los Estados por su parte, se afanan cotidianamente por proteger y garantizar el ejercicio de ciertos derechos humanos, generalmente los civiles y políticos, porque tienen la presión de quienes detentan el poder económico. Sin embargo, ha olvidado que los derechos humanos son un sistema, y que la ausencia de uno de sus elementos causaría el caos y desequilibrio social, dicho en término políticos “ingobernabilidad”. Por ende, se debe superar la miopía que existe en torno al tema, y establecer que todos los derechos humanos son importantes, y que proteger unos sobre otros, es sinónimo de hipocresía política, que pretende engañar con un discurso demagógico a las poblaciones adormecidas por la ignorancia.
 
Los derechos sociales, concebidos desde sus orígenes como producto o resultado de la lucha de clases (Karl Marx), han significado avances gigantescos para las sociedades universales, pero sobre todo se han convertido en ideales para mejorar la calidad de vida –considerada en otrora patrimonio exclusivo para las clases oligárquicos que detentan el poder-. “El reconocimiento de los derechos laborales, económicos y culturales en Guatemala se debió básicamente a la pugna social y conquista jurídica de los trabajadores y sectores sociales en 1944, quienes anhelaban y anhelan aún, por el mejoramiento de sus condiciones económicas personales de vida.” [1]

Bajo esta premisa, no obstante ser liberal conservador, Edmund Burke realizó una consideración importante para la exigencia del cumplimiento de los derechos sociales cuando acotó: “Si la sociedad civil se ha creado para el avance del hombre, todos los avances que ha efectuado llegan a ser su derecho.  (…) El hombre tiene derecho a una porción justa de todo lo que la sociedad, con todas sus combinaciones de habilidades y fuerzas, puede hacer en su favor. En esta sociedad todos los hombres tienen iguales derechos.”[2]

En tal sentido, si el ser humano ha participado durante la conquista de los derechos económicos, sociales y culturales (Título II Capítulo II CPRG), -las acciones no se quedan allí-, falta aglutinarse nuevamente como parte de la sociedad civil para asegurar su adecuado cumplimiento, porque estos derechos, coincidiendo con algunos autores que han considerado a estos derechos como “los verdaderos derechos humanos”[3], debido a que la justicia, la equidad y el bien común, valores constitucionales y fines supremos de los Estados Constitucionales Modernos, sólo podrán alcanzarse, en la medida de que el ser humano tenga las condiciones materiales y espirituales necesarias para su desarrollo integral, -los derechos individuales se quedan cortos para lograr un verdadero desarrollo humano-. 

Los grandes problemas sociales y crisis de gobernabilidad de los países en América Latina, se deben pues a la falta de justiciabilidad de los derechos económicos, sociales y culturales, ya que el reconocimiento y positivación de dichas derechos no necesariamente garantiza que se cumplirán o se dejará sentir sus efectos en la dimensión fáctica o de hechos. A ese respecto el profesor Cáceres Rodríguez apunta: “Los problemas de violencia actuales derivan de la situación económica y social de nuestra nación, similar situación aqueja a los países de América Latina; de allí la importancia de promover hondamente los derechos económicos, sociales y culturales de estas naciones.”[4]


Derechos sociales que merecen especial comentario por la necesidad de su eficacia y aplicación fallida en Guatemala podemos mencionar: Derecho al trabajo, derecho a la salud, derecho a la vivienda, derecho a la alimentación y la soberanía alimentaria. Como su nombre lo indica, los derechos sociales atañen a la población, a las grandes mayorías o masas (en términos de Ortega y Gasset), las cuales desde tiempos inmemoriales han sido utilizados mediáticamente para lograr el ascenso al poder de la clase dominante, (en las democracias de fachada) para luego ser marginadas, explotadas y privadas de la educación y conocimiento para asegurar su ignorancia perpetua. “La desigualdad social coadyuva además en que éstos derechos sean ilusorios e inaplicables.”[5]

En ese orden de ideas, por comentar algunos de los derechos sociales que más se vulneran en Guatemala se cita el derecho al trabajo. Los niveles de desempleo en el país son exorbitantes, el subempleo constituye la regla general no la excepción. Ese contexto de desempleo es tierra fértil para cultivar la explotación laboral, la simulación laboral y la supresión de los principios, garantías y derechos laborales constitucionales. Esa carestía laboral además produce que las familias mantengan una economía de subsistencia o sobrevivencia, los salarios devengados por la mayoría de la población económicamente activa, no logra satisfacer ni siquiera sus necesidades básicas reales, muchos menos hacer posible un desarrollo humano sostenible y sustentable. Los sindicatos constituyen el instrumento inmediato para exigir la justiciabilidad de los derechos laborales, sin embargo, los patronos coptan su formación, compran los ya formados, o los reprimen por medio de juicios largos plagados de recursos legales infundados. “La precaria situación económica y laboral del a mayoría de la población guatemalteca ha repercutido en el incremento de los índices de delincuencia común y organizada. Es claramente un factor causal. El hecho de que la pobreza extrema incidan en los altos índices de criminalidad en el país.”[6]

La aplicación fallida del derecho a la salud en Guatemala es causa de varios problemas sociales. La salud reparadora tiene como carta de presentación: los hospitales con olor a muerte, y  su denominador común: La ausencia de medicamentos y la mala praxis médica, a la orden del día. El sistema anacrónico de salud es alimentado por una élite de galenos que ocupan puestos de dirección y fomentan actos de corrupción, desviando los recursos que se les asignan, los cuales deberían traducirse en atención a la población en su gran mayoría de escasos recursos, pero que aparecen como parte del activo de su imperio médico reflejado en las clínicas privadas y hospitales lujosos de los cuales son propietarios. La justiciabilidad del sistema de salud en Guatemala, lleva aparejado la persecución criminal de los actores que impiden servicios de calidad en el país, así como la modernización de la carrera de medicina en congruencia con los más altos cánones humanistas. Por otra parte, la salud preventiva no existe, en virtud de que es más rentable económicamente para intereses particulares la enfermedad que la prevención.

El derecho a la vivienda, tienen una connotación más política que como derecho social. Los grandes programas dirigidos por la Unidad de Desarrollo de Vivienda Popular del Ministerio de Comunicaciones, Infraestructura y Vivienda, se encuentran mediatizados y condicionados por la burocracia administrativa que integra dicha entidad, la cual en alianza y contubernio con los líderes inescrupulosos que promueven los proyectos habitacionales del Estado, se convierten en una máquina de la injusticia, que solo sirve para condicionar la vivienda para favorecer sus propios intereses, así como de los estafadores, que han encontrado en las invasiones de tierras estatales, un modus vivendi, que les permite cumplir con sus comodidades personales. Son millones de personas que carecen de vivienda en Guatemala, por lo que el alquiler es una práctica general obligatoria para poseer un techo, ya que las entidades públicas o privadas que promueven la adquisición de la vivienda lo hacen a precios elevados, generando un endeudamiento de por vida.


Por último, con relación al derecho a la alimentación, según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura –FAO- “es un derecho humano universal que permite que las personas tengan acceso a una alimentación adecuada y a los recursos necesarios para tener en forma sostenible seguridad alimentaria. (…) La soberanía alimentaria, Se entiende como la facultad de cada pueblo para definir sus propias políticas agrarias y alimentarias de acuerdo a objetivos de desarrollo sostenible y seguridad alimentaria.”[7] Los derechos sociales anteriormente comentados, se relacionan y desembocan en este último derecho, porque si no se tienen trabajo, no hay acceso a una vivienda, tampoco se tendrá los recursos para una alimentación adecuada, lo cual repercutirá en el detrimento de la salud de las personas. Estos nos llevar a pensar en una necesaria concatenación de los derechos sociales, cuya ausencia o vulneración de uno de ellos, provocaría un desequilibrio en el desarrollo de la sociedad, causando efectos contraproducentes.   

La pregunta fundamental a la que he llegado en este punto es: ¿Cómo se pueden justiciar los derechos sociales en Guatemala?

Es interesante con relación a esta interrogante la acotación del Profesor Cáceres Rodríguez, cuando define al Estado de Derecho desde la óptica de la protección de los derechos humanos indicando que: “es aquel en el cual ante la vulneración de los derechos fundamentales de los ciudadanos, existen los medios para prevenir y sancionar tales acciones a cargo de los órganos competentes y legales con el fin de restaurar el ordenamiento jurídico del Estado.”[8]

En Guatemala, existen los medios para prevenir y sancionar tales acciones, el problema estriba en que la mayoría de acciones son individuales. El trabajador demanda al patrono en forma individual. El paciente exige medicina y atención médica de calidad en forma individual. El campesino exige tierras y vivienda en forma individual. Las familias exigen alimentos y seguridad alimentaria en forma individual y en el mejor de los casos, empleando el servicio social de los medios de comunicación. Pero como dice el refrán popular: Una sola golondrina no hace verano, entonces, la lucha por la justiciabilidad de los derechos sociales debe ser colectiva, a toda esa individualidad de problemas se les debe impregnar el matiz “social”, debe trazarse la ruta para desviar los problemas de la población hacia los colectivos sociales, asociaciones, organizaciones no lucrativas, movimientos académicos, políticos, culturales y religiosos, para hacer la lucha viva y exigir el cumplimiento inmediato de estos derechos.  

A guisa de comentario final, arguyo que la justiciabilidad de los derechos sociales, en países en vías de desarrollo tales como Guatemala, constituyen premisa rectora para la consolidación de un Estado de Legalidad (necesario para el fortalecimiento de una emergente democracia) porque el respeto o primacía de la ley, no será factible en sociedades donde sus habitantes no  tengan trabajo, padezcan hambre, vivan en condiciones de extrema pobreza, estén padeciendo enfermedades, todo lo anterior no es más que semillero de las grandes convulsiones sociales. Una vez se hayan suplido los satisfactores de las personas, estas tienen la oportunidad para pensar o reflexionar acerca del respeto del orden jurídico y de sus poderes constituidos. De lo contrario, será como pedirle peras al olmo. El Estado de Derecho será consolidado cuando los derechos humanos sean una realidad no simplemente postulados teóricos plasmados en declaraciones o tratados internacionales, o adornos semánticos de las constituciones políticas de los Estados. Los demás elementos esenciales para la configuración de este tipo de estado, -a mi juicio- son corolario de la vigencia fáctica de los derechos fundamentales.   


[1] Cáceres Rodríguez, Luis Ernesto. Estado de Derechos y Derechos Humanos. Editorial Estudiantil Fenix. Guatemala 2005.  Pág. 40.
[2] Burke, Edmund, Esteban Pujals. Reflexiones sobre la Revolución Francesa. Volumen 31 de Hombre y Sociedad. Ediciones Rialp. Madrid, España, 1989. Pág. 56.  
[3] Ibíd.
[4] Ob. Cit.  Pág. 41.
[5] Ibíd.
[6] Ibíd.
[7] www.fao.org/index_es.htm‎. [Consulta en línea]. 01-06-2013.
[8] Ibíd. Pág. 42.

jueves, 22 de abril de 2010

"LA DEONTOLOGÍA JURÍDICA O EL FIN DEL DERECHO"

Si los abogados y notarios no aplican los principios ético jurídicos a sus actuaciones cotidianas, la deontologìa jurídica será una quimera, una ficción real una alucinación filosófica, en donde el poder estará en manos de quienes por desgracia, conocen de normas legales.
N. Rivera.

Eso de los valores ha pasado a la historia, y nos es más que pura especulación idealista para los profesionales del derecho de éste siglo. El pensamiento ético per se, tuvo importancia solamente para los filósofos presocráticos y los embrionarios materialistas. Sin embargo, para el abogado y notario actual; que se perfila como un hedonista, cosista, utilitarista, pragmático, consumista y corrupto, ha pasado ha formar parte de las fuentes históricas del derecho, y las estudia de mala gana, cuando es convocado por algún Colegio Profesional.

Cuando hablamos del término deontología jurídica, a priori podemos decir que es la sistematización teórica-práctica de los principios o axiomas ético-jurídico y morales que rigen la conducta interna-externa del profesional del derecho y lo orientan hacia la dimensión del "deber ser" de tal manera que su comportamiento para con su cliente, sus colegas, las autoridades administrativas y jurisdiccionales sea congruente a los mas altos valores jurídicos y humanos.

Sin embargo hoy en día, la falta de atención prestada por los estudiantes a los temas filosóficos jurídicos, ha provocado cierto analfabetismo jurídico intelectual, a tal punto que el estudiante no es más que un ente inerte, vocero de las normas legales. Y más aún a tema deontología jurídica que si conocer el término; es porque los obligaron a leer el Código de Etica Profesional, en su curso de teoría del proceso.

Sin embargo, el abogado es el de las leyes, y no solo de las normas legales, sino que abarca el estudios de las leyes de la naturaleza, de la sociedad, leyes divinas, leyes metafísicas etc. De tal suerte que las normas éticas, morales y convencionalismos sociales, son fuente prima facie para todo estudiante de derecho, y más aún para el notable abogado y notario, que por supuesto, el hecho de haber obtenido los títulos profesionales, no lo acredita como conocedor del derecho. Solo la practica dirá si verdaderamente un profesional del derecho realmente lo es.

Este tema reviste mayor importancia, por el hecho de que estamos viviendo la época del comercio ético-moral. Al igual que Judas, los profesionales se venden al mejor postor, por un pedazo de pan y un vaso de agua, por supuesto algunos tienen un precio más caro, pero el resultado es el mismo. A tal punto que cualquiera que conozca a un profesional del derecho, será mejor que se aleje, -y no es paranoia- es pura precaución, porque dentro de su léxico complicado existirá un mensaje demagógico para despojar al obrero de los pocos centavos que le tiran los oligarcas.

No existe esa cultura de solución de problemas, es más, un problema es un asunto muy lucrativo para un abogado y notario. Y más aún, cuando el cliente necesita una respuesta inmediata, siempre habrá una respuesta positiva, mientras llega el "billuyo" a la bolsa del master science. A tal punto que dentro de algunos años, tendremos que dedicarnos a la pesca y al cultivo, pero de valores deontológicos jurídicos, para que las nuevas generaciones, entiendan -antes de meterse a camisa de once varas- que el derecho no es un negocio, es un ideal que apunta hacia la deseada aequitas.

Las próximas páginas estaran cargadas de deontología jurídica pura, hasta que rebalse la conciencia, o aplicamos estos principios inmutables, a vaticinemos el fin del derecho.






lunes, 13 de julio de 2009

EL RELATIVISMO JURIDICO

Sin lugar a dudas, uno de los mayores problemas que el mundo atraviesa, es la relatividad que impera en todos los esquemas de la vida diaria. Son relativos los conceptos polìticos, jurìdicos, sociològicos, econòmicos, etc... Esto lejos de consolidar las instituciones, sociales, polìticas, jurìdicas, tiende a crear un medio de caos e inestabilidad que desencadena una serie de tensiones sociales, que se han convertido en denominador comun mundial.

A propósito de los recientes acontecimientos que, se vislumbran en Centro América, quiero mencionar, que mientras vivamos en ese ambiente de hipocresía, y relativismo barato, no podrá considerarse el orden social que tanto anhelamos. No es tiempo de pensar sobre la base de nuestra subjetividad, debemos volver a los conceptos, universales, únicos, inalienables, inmutables, que proceden de la recta razón, me refiero a los valores.

No estoy hablando de valores, desde el punto de vista del subjetivismo, sino me enfoco en aquellos, que la sociedad misma ha forjado, han sido aceptados, y que a pesar de las constantes modificaciones de la historia, continúan en pie. Hago énfasis en la necesidad de una verdadera fraternidad, de una justicia distributiva y retributiva, la dignidad, la solidaridad, el aprecio por la verdad y la consecución del bienestar societario.

Una vez más, los pueblos, hoy más que nunca, entendemos, que no podremos cambiar el rumbo de la historia, a menos que rompamos paradigmas, que pongamos en práctica las aspiraciones que nacen de lo profundo de nuestras entrañas, y que veamos hacia el norte, pero el norte verdadero, no el rumbo errático que la relatividad ofrece, para tratar de mitigar el hambre por la búsqueda de la verdadera existencia.

martes, 31 de marzo de 2009

¿QUIENES SON LOS AUTORES?

Entonces solo nos queda unirnos (ser verdaderamente solidarios), reparar algunos (bastantes) daños históricos y soñar (haciendo) que este suplicio que nos lacera, hiere y vulnera terminará finalmente y todo volverá (o empezará) a irradiar paz y justicia
JEMA CAFI
(mariano cantoral)



Siempre cuando pretendemos atribuir un hecho concreto a alguna persona, regularmente decímos que tal persona es el autor de tal hecho. Esto es algo tan cotidiano, que lo hacemos sin el más mínimo esfuerzo mental.

Consecuentemente cuando miramos a nuestro alrededor, y notamos que algo esta mal, pretendemos buscar esa persona, ese conglomerado, ese ente causante del mal acaecido o que está por acaecer. Somos individuos identificadores, señaladores, juicios, sujetos cognocitivos per se. Sin embargo cabe señalar, que no todas las veces en la vida hemos de ser juiciosos, más en aquellos casos, en los que corremos el riesgo de fallar, argumentando facilmente o generalizando, situaciones que por analogía pensamos que estamos en lo correcto al emitir un juicio contra alguien.

Saben cuan díficil es juzgar, porque al hacerlo debemos estar seguros que estamos, al menos a la altura del juicio que emitiremos, o llenamos las condiciones para no ser fulminados por nuestros propios juicios.

En Guatemala, somos juicios, pero negativamente. Que quiero decir con esto: Emitimos juicios para condenar, no emitimos juicios para establecer que verdaderamente estamos concientes de la realidad, sabemos que esta mal, y pretendemos, con el uso de nuestras facultades intelectivas, impulsar ese cambio, cambiar el rumbo, o al menos, vivir una vida, haciendole ver a las personas que las rutas de escape estan a la mano de aquel individuo que se atreva a pensar.

Debemos juzgar con sutileza, examinarnos a nosotros mismos, para evitar caer en el agujero que nosotros mismos abramos. Si queremos saber quien es el responsable de los problemas que nos agobian, preguntemonos: ¿acaso no seré yo el problema? o es que soy yo el que mal interpreto las cosas? al estar descartados de la interrogantes; entonces sabremos que al encontrar respuestas, no encajaremos dentro de ellas.

Hoy los invito a pensar, buscar dentro de nuestro interior esas respuestas que hemos estado buscando, sabemos cual es lo correcto, olvidemos al otro, y pensemos en el yo, no para ser individualistas, sino para efectuar los cambios que necesitamos, y luego, sembrar semillas en el otro, para que pueda lograrlo también.

¿Quien es el autor de todo? parece que soy yo...

viernes, 27 de marzo de 2009

¿CUANTO MÁS TENDREMOS QUE ESPERAR?

Viene a mi mente las brutales escenas, grabadas en neuronas de plomo, que me hacen sentir cada día, el alto grado de deshumanización en que se encuentra el ser humano. Cuanto vale un pedazo de pan, sin lugar a dudas, más de lo que asciende la deuda externa de Estados Unidos. La situación es caótica, la violencia, como tal lo afirma Cantoral, crece cada día como el hongo de la levadura del pan. Y es que casí todos los mecanismos de seguridad dirigidos por el estado, se encuentran en esa importencia acelerada, ante la repentina ola de violencia, que ya más parece, un ciclón que una ola.

Sin embargo, ninguno de nosotros es ajeno al hecho, que mientras una persona se encuentra ingresando al Centro de Dentención Preventiva, por la perpetración de un delito, diez de ellas, se encuentran celebrando por el gran botín, conseguido por sus medios criminales, y la medida de seguridad que obtuvo del juez que le fallo la objetividad. Entonces, ¿en que quedamos? o la policía detiene a os delincuentes, o son estos los que detienen a los policías, porque parece que las técnicas delincuenciales son más avanzadas, y se encuentran a la vanguardia, esto, porque cuentan con jefes que se preocupan más por ellos, y al menos les enseñan, más que salir corriendo luego de perpetrar un hecho delictivo.

Es necesario entender, que la debilidad en los sistemas que se dedican a la administración de justicia, no radica solamente en errores cometidos durante la captura, la fase preliminar, el procedimiento intermedio y el juicio oral; son errores que ya se cometieron antes que comience la persecución penal y es que, lamentablemente, no basta con tener miles de elementos policiales más en las calles, o sacar a toda una compania de soldados en los barrios peligrosos, por el contrario, el avance debe efectuarse desde la dimensión fáctica de las sociedad, es el ser humano, el que debe humanizarse, son los hogares los que deben ser atendidos, el niño que debe ser educado, con una cultura de denuncia, una cultura de intolerancia a los hechos antijurídicos y punibles, es el humano que debe entender, que no existe mundo, si no existen valores, tales como el respeto por la vida.

Qué sucede hoy en día en nuestro alrededor: casi nada, es el resultado de un largo proceso de abandono o desestabilidad como dice CHITO, porque realmente nadie se ha preocupado, por forjar en nuestra sociedad nuevas rutas, surcar ejemplos loables para que las personas puedan seguirlos. Es que la sociedad esta enfermas, dando tumbos, asfixiandose en el veneno que ha sido inyectado, por una cultura salvaje, cuyo epicentro es material, el consumo, las ganacias, lo números y todo lo demás, sin importar el daño que le causen a los seres, que lo único que queremos es vivir, sin miedo ante las terribles presiones que generan en nuestra vida.

En realdiad, yo estoy lejos, pero tengo una conciencia despierta, y entiendo que el caos en el que estamos viviendo, no puede ser resuelto con políticas a corto plazo, es necesario atacar es causa que no ha venido arrastrando, es necesario destruir la raíz, arrancarla desde lo más profundo donde se encuentre arraigada, y sembrar una semilla de paz, amor y esperanza para nuestros pueblos.

Una vez más señores, estamos presentes...

viernes, 28 de noviembre de 2008

La Sociedad de Información o ¿Sociedad de Consumo?

Una de las grandes interrogantes que genera el título de la temática abordada en este capitulo, es la dicotomía que existe entre la sociedad de información y la sociedad de consumo. La Revolución Industrial es el hito histórico más importante con relación al surgimiento de la nueva era de las comunicaciones. Los medios de comunicación cobran auge y encuentran su apogeo durante esta época, sin embargo, esto también significo, una serie de transformaciones sociales, cuyos efectos se dejan sentir hoy en día, más que en otrora.

La sociedad de información ha de definirse como ese conjunto de elementos que integran el sistema de tecnología emergente, medios de comunicación, procesos de ordenación, almacenamiento, reproducción y transmisión de la información por diferentes medios, pero cuya teleología es una, llevar a la humanidad hacia un lenguaje universal: Los datos, alfanumericos, numéricos, lógicos.

Es por ello, que los países del mundo, concientes de la necesidad que impone el fenómeno de la globalización, unen sus esfuerzos, por abrir los horizontes de los pueblos, es decir, que cada uno de ellos, tengan acceso a la tecnología e infomación virtual. Sin embargo, detrás de todo esto, hay un cambio de paradigma, por ende, un cambio de pensamiento en la sociedad que abre su mente a nuevas concepciones, cultura, convencionalismos, lo cual produce el surgimiento de nuevos fenómenos jurídicos.

En realidad, no veo una diferencia tangible, entre la sociedad de la información, y la sociedad consumista, rechazada abiertamente por lo teóricos de la Escuela de Frankfurt. En cuanto la exigencia de las grandes potencias económicas mundiales crecen cada día, al igual que sus deseos de especulación, los problemas económicos en el mundo también crecen, lo cual es indiferente para estos consorcios económicos que se dedican a la fabricación de instrumentos tecnológicos, supuestamente para mejorar la calidad de vida de la humanidad. Sin embargo, las sociedades en vías de desarrollo, tienen tantos problemas vitales, como para enfocar sus esfuerzos en comprar chatarra barata, lo cual no contribuye verdaderamente en su desarrollo, puesto que la vida misma les ha enseñado a salir adelante, pese a los obstáculos que le ofrece su condición social.

En mi País, no creo en una sociedad de información, más bien creo en una sociedad de consumo, una sociedad que ocupa el primer lugar a nivel centroamericano, en la compra de celulares, ipods, itouch, y cualquier otro mecanismo electrónico que le ayude a paliar la crisis, interna en la que se inmerso, es una manera de alienarse, alejarse de la realidad, para incursionar en un mundo virtual, que muy pocos resultados practicos ofrece, para la solución de nuestros problemas.

Sociedad de Información no se está formando, solo se alimenta la cultura consumista en la que ya vivimos inmersos.

viernes, 21 de noviembre de 2008

LA JUSTICIA, EL DERECHO, LA LEY, EL FUNDAMENTO DEL ESTADO DE DERECHO.

Uno de los valores fundamentales, que desde la antiguedad ha sido objeto de conocimiento, es la justicia. Ya los primeros filósofos griegos, esbozaban temas relacionados, con la aplicación de la justicia, desde enfoques radicales, y liberales. Sin embargo, una definición de la misma, no ha sido concebida, sin caer en un grave atrevimiento, en cuanto, es un valor supremo, que puede ser comprendido, en cierta manera, desde una concepción idealista.

Jurisconsultos romanos, que estudiaron, la organización de los pueblos, atendiendo a diferentes criterios, vieron, que los fenómenos sociales, constituían per ser, el fundamento del derecho, concebido este, como la técnica de regular y ordenar las relaciones sociales. Cuando aplicaban el derecho al caso concreto, lo hacían, pensando, en la existencia de un punto medio, de convergencia, entre dos puntos equidistante. Bajo este criterio, Ulpiano decia: Justicia es dar a cada uno lo que le corresponde; refieriendo a la justicia retributiva impartida por el iudex o magistrado en su momento. De tal cuenta, que al aplicar el derecho, al caso concreto, el juez, pensaba en el equilibrio, que podría conciliar los intereses de las partes. En cierta manera, los principios generales del derecho, eran pautas, lineas imaginarias, para que el derecho fuera, por naturaleza justo.

Sin embargo, el derecho, no es, intrinsecamente justo, salvo que emane de una norma divina. La Norma jurídica, manifestación primaria del derecho (escrito o no escrito) es imperfecta, en cuanto no puede ser exacta en su regulación, por la complejidad de los fenómenos sociales. Sin embargo, el derecho, trata de llenar esos vacios que soslayan, el surgimiento de nuevos fanómenos sociales, para poder ordenar en cierto modo el comportamiento social.

La ley, como comunmente se conoce, no es más que una expresión de la voluntad del legislador y sus intereses creados. Norma legal, es el término correcto, para designar, a esas disposiciones de caracter general o particualar, producto de un proceso legislativo, regulado dentro de una Constitución dictada por una Asamblea Nacional Constituyente, en supuesto ejercicio del poder y soberanía popular. Aquí desde el inicio, esta viciada, desde el momento en que el hombre se arroga el ejercicio de legislar, basado en su leal saber y ententer, el resultado, ha de ser, una copia idéntica de su procreador. Es por ello, que en nuestro país, las normas legales, son una replica de los intereses del legislador, al igual que las decisiones judiciales que se dictan en los tribunales de justicia, son el resultado de un procedimiento que muchas veces, se torna oscuro e interferido por los poderes paralelos del Estado.

En fin, de la justicia al derecho, existe una separación abismal, del derecho a la norma legal, existe una distancia, dependiendo del sistema jurídico imperante, y de la capacidad del legislador, en cuanto el derecho es un conjunto de normas jurídicas, principios, valores, instituciones, jurisprudencia, costumbre, corrientes filosóficas. miemtras más fundamento teórico posea una norma legal, más cerca del derecho estará.

Por último para que un Estado de derecho se consolide, es menester, superar el estado de legalidad, es decir, el imperio de la norma legal, que debido a la ilegitimidad de las mismas, en Guatemala, no ha cuajado este regímen de legalidad. Al supera el estado de legalidad, puede percibirse los frutos del ansiado Estado de derecho, donde la primacía de la ley es fáctible, y se respete por gobernantes y gobernados.